Tras 77 años de leyendas y misterios sobre la suerte de la familia real rusa, el hallazgo de sus restos en Ekaterimburgo (Rusia) puso punto final al enigma. Gracias a los avances científicos, se logró confirmar que los cuerpos hallados en 1979, efectivamente pertenecían al último zar de Rusia, Nicolás II, y a cuatro miembros más de la familia Romanov.
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